mayo 26, 2004

Un embustero se despide

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Santi Molezún se dirige de nuevo a nosotros (es decir, a mí y a quienes visitan este depósito del conocimiento y pensamiento que son producto del esfuerzo de tantas personas en contra de todo tipo de charlatanes y farsantes), pero no para decir "Estoy dispuesto a demostrar en un laboratorio que soy capaz de predecir el futuro, de hacer trabajos de brujería y a comunicarme con todos los espíritus de todos los muertos que ha habido en la historia humana para demostrar que no tienes argumentos en tus embates contra mi magnificente esoteriquez".

Lástima.

Tampoco nos escribe para decir: "Aquí tengo las pruebas científicas de mi mediumnidad y adivinación, por no decir los estudios controlados de brujería que he hecho en la Universidad de Bla y Blablá a cargo de los doctores Uno, Dos y Tres, publicadas en el Journal of Loquesea y que demuestran que digo la verdad cuando vendo mis servicios paranormales".

De eso, ni un suspiro.

Y menos nos escribe para repetir lindezas como "imbéciles", "estúpidos", "tonto del culo", "escribió mierda" y las gallonas altisonancias con las que se lanzó a ver si nos asombraba y asustaba y de las que reculó a Mach 3.

(Sí, éstos son, entre otras cosas, profesionales del miedo. Las "velas negras" de la bruja Lola o cualquier otro conjuro mamón, maldición, "trabajito", invocación o mariguanada similar siguen asustando, por desgracia es cierto, a muchas personas a las que se les escamotea el conocimiento y la enseñanza del pensamiento libre, crítico y ordenado. Y de eso también se agarran estos personajes, acostumbrados a desenvolverse entre una corte de víctimas a modo que los admiran, les temen, les pagan y los obedecen. Más allá de la chacota a la que se prestan los espantapájaros de la paranormalidad, hay que recordar que también suelen ser desvergonzados que usan el miedo ajeno para sus fines. No sabía, claro, que yo he sobrevivido ni más ni menos que a la doble maldición karmática de "La Bruja Paca", tremebunda guía espiritual de dos pilastres como son el expresidente de México Carlos Salinas y su hermanito Raúl; tanto la Paca como Raúl calientan actualmente sendos catres en prisión por asuntos relacionados con un asesinato [todo esto es rigurosamente cierto]. Si sobreviví sin despeinarme a esa maldición de la Paca, lanzada contra todos los periodistas que nos mofábamos de sus "poderes", soy inmune a cualquier émulo de Madam Mim.)

El maguete sí que nos escribe para reclamar que no copiamos todo su correo largo y aburrido de autopromoción en el que defiende sus chanchullos con argumentos tan tontos como que le ha diseñado ropa a la Infanta Elena, como si eso fuera garantía de poder ver el futuro o cosa parecida. Francamente, por cuanto a nosotros respecta, podría diseñar cualquier cantidad de trapos, por feos que fueran, y nos daría igual. El tema son sus cuentos para anormales, aquí no hacemos crítica de moda.

Y nos pide que lo dejemos en paz.

A ver, monín, inocente, échate agua en la carita y despierta: el que se metió en este berenjenal fuiste tú, el que escribió un correo propio de una víctima del síndrome de Touret eres tú, el que me acusó de homófobo fuiste tú.

En las memorables palabras de Shakespeare: Too late.

Eso sí, Santiaguito nos dice que su correo es privado, y que no podemos reproducirlo (bueno, igual en su sitio dice que sus lisérgicos rolletes son "propiedad intelectual", cosa que francamente nos parece que es estirar irresponsablemente la definición de "intelectual").

(Él me mandó el correo a mí, y puedo hacer con él lo que me salga del forro de los dídimos, según mi abogada, pero no lo publico de momento para que vea que con sus palabras o sin ellas lo podemos revolcar con la misma facilidad.)

Dejemos, pues, que sea el brujildo quien ponga en claro las cosas sin ayuda mía. Le voy a hacer publicidad gratuita una última vez, como excepción (esperando que no se acostumbre): en su sitio de comercio de barbajanadas esotéricas, en la parte dedicada a honorarios vean la foto que ilustra sus exorbitantes pretensiones económicas. Santi Molezún mira al visitante apuntándole con una pistola automática que sostiene a dos manos, en lo que se conoce como posición de combate, con el índice de la derecha no en el guardamonte (que es la posición de seguridad), sino sobre el gatillo, listo para disparar. (A ver si no cambia corriendo la ilustración de la página y todavía la pueden disfrutar nuestros "inexistentes" lectores.)

En nuestra experiencia una actitud así de expresiva, armada y amenazante suele ir acompañada del grito: "Esto es un asalto". ¿O no?

Pues eso.